Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios
Hechos 4:31 (Marco Bíblico de referencia: Hechos 4: 23-31)
Son muchos los desafíos que la Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido que afrontar a lo largo de toda su historia, incluyendo el tiempo que nos ha correspondido vivir, pues no es la excepción.
Vivimos una época de cambios profundos en todos los campos: político, económico, filosófico, material, religioso, etc. Muchas normas, principios éticos, valores morales, espirituales, han sido modificados de principio a fin; la estructura misma de nuestra sociedad ha sido profundamente trastornada.
Ante nuestros ojos vivimos un momento histórico de muchos cambios que nos plantean un desafío como hijos de Dios, como iglesia que somos; muchos de ellos atentan contra nuestra fe, contra nuestros principios y valores fundados en la Biblia, contra la misión entregada a nosotros por el Señor Jesús.
¿Cómo reaccionar?
- ¿Permanecemos inmóviles?
- ¿Guardamos silencio?
- ¿Cerramos nuestros ojos para no ver la realidad?
- ¿Nos conformamos a las circunstancias que estamos viendo y viviendo cada día?
El Apóstol Pablo dijo: “No os conforméis al mundo actual…” (Romanos 12: 2)
¿Cuál debe ser nuestra actitud?
Comprender lo que somos, saber cuál es nuestra función en el propósito de Dios determinará nuestra reacción. Somos un agente activo, llamados para comunicar el evangelio en todo lugar, en todo momento, en toda circunstancia.
El Ejemplo Bíblico
La Biblia nos muestra como la iglesia primitiva sorteó los desafíos que le plantearon los diferentes actores del momento, cuyo objetivo era impedir la proclamación del evangelio del nombre de
Jesús.
Según el libro de los Hechos de los Apóstoles capítulo 4 versículo 27, la iglesia tuvo que afrontar el desafío del poder político (Herodes y Poncio Pilato), el poder social/secular (los gentiles) y el poder religioso (los jefes del pueblo y ancianos de Israel).
Claridad en su Misión
Tenían muy definida su misión:
“…No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).
- Por experiencia propia sabían con exactitud que Jesús era la piedra principal y que solo en Él; en ningún otro había salvación.
Por estas razones poderosas, la iglesia actuó con confianza, no importando las amenazas políticas,
sociales, y/o religiosas.
Sabían cómo podrían lograr la mision con éxito
- Es extraordinario ver cómo la iglesia primitiva no se atemorizó, o se sintió menos frente a estos desafíos, a pesar de ver las amenazas hechas realidad en muchos de sus hermanos: perseguidos, azotados, encarcelados; nunca declinaron en la Misión, permanecieron firmes y actuaron.
Creo que aquí en estos pasajes bíblicos está el consejo para nosotros:
- Actuaron como cuerpo: “…Alzaron unánimes la voz a Dios” (Hechos 4:24). La unidad que viene por el Espíritu.
- No guardaron silencio, fueron en oración constante a Dios, no para pedirle que quitara los obstáculos que impedían la predicación del Evangelio, si no para que Él les concediera el privilegio de anunciar su palabra sin miedo, y con toda seguridad.
- Para que por el poder del Nombre de Jesús sucediesen muchas sanidades y milagros.
RESULTADO !!!!
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. (Hechos 4:31)
Los desafíos que se nos presentan hoy como iglesia son diferentes, aunque siguen representados en los mismos poderes; pero una cosa sí es cierta: el método para afrontarlos
es el mismo:
- Una iglesia firme, que camina en Dios.
- Una iglesia que vive la Unidad del Espíritu.
- Una iglesia que conoce que no es por la fuerza o la sabiduría del hombre que va a
obtener el resultado. - Una iglesia que tiene claro que sólo por el poder del Espíritu Santo saldrá victoriosa
ante todos los desafíos de hoy.
Frente al desafío de la sabiduría humana, está la sabiduría que viene de Dios a nosotros por su
Espíritu.
He aquí la gran necesidad de la iglesia en Europa de ser llenos cada día del poder del Espíritu Santo, para anunciar la buena noticia de salvación, para seguir viendo prodigios y milagros en este continente, para seguir recogiendo esta última y gran cosecha.
Mi oración a Dios es: “Señor, llénanos mucho más de tu Santo Espíritu y concede a los misioneros, pastores e iglesia en Europa y el mundo entero, que con todo denuedo hablemos tu Palabra.”